No me siento orgulloso de la partida que voy a presentarles porque la jugué mal. Ya les he mostrado muchas partidas donde gano no necesariamente por méritos, sino por errores de mi adversario, pero en aquellas tengo como disculpa que hay límite de tiempo y muchas veces uno no reflexiona las jugadas y termina omitiendo un mate y complicándose la situación.
En esta partida tuve un buen inicio, según creo, y fuerte iniciativa. Pude finiquitar la partida desde mucho antes, pero en el afán de jugar rápido, cometí una serie de errores que me llevaron al desastre, situación que sólo pude rescatar gracias a un error de mi adversario. De no haber sido por eso, habría perdido el juego.
Creo que si bien mis errores fueron considerables (estuve a punto de renunciar), ya con más calma pude encontrar las jugadas más adecuadas, contrario a mi estilo, jugando pasivo y a la expectativa lo que supongo, propició que mi oponente se confiara y en lugar de capitalizar su ventaja de material y posición, buscara cambiar damas, en ese momento fue cuando encontré la jugada que equilibraría la partida y mi rival, desmoralizado por la pérdida de su dama, supongo que le dio igual jugar mal que bien, sólo eso explica la serie de malas jugadas que después hizo.
En fin, esto es una lección de matar cuando hay que hacerlo y de que a veces, el resultado de la partida puede no ser justo, en este caso, debí haber perdido yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario